jueves, 24 de febrero de 2011

En la feria (II)

La feria me estaba ofreciendo experiencias nuevas, situaciones curiosas, anécdotas que (tratar de) recordar.

Toda una pléyade de ilustres personajes de las letras tenían su sitio bajo aquellos tenderetes, ajenos a su condición de maestros.

Sin ir más lejos, en la primera de las casetillas del lado sur, un astuto comerciante trataba de dar salida a unos frutos secos quizás demasiado secos, de la marca "La copla", apelando a la curiosidad de quien se interesaba por ellos:


Andas pensando que quieres
almendras, pistachos, pipas
maíz tostado, anacardos
saladitos y unas rimas.

Por desgracia para él, el producto patrio por excelencia ocupaba todo un módulo justo al lado, anunciando serranos sabores bajo el nombre de "Ibéricos Seguidilla", a lo que había que sumar, de regalo, un bordón:

 
Mire este tocino que
es de jamón,
ibérico y bellota,
¡ay qué primor!

Que quien lo prueba,
y le juro, no miento,
bien harto queda.

Tras haber caído en las redes de aquel negocio (hubiese sido un error negarse a probar tal manjar), reparé en una carpa repleta de niños pequeños, dejados allí con alivio por sus padres, mientras éstos disfrutaban de la feria. Haciendo las veces de guardería, la librería "Cuaderna vía" embobaba a los chiquillos con una historia bien conocida:

En Hamelin un problema de ratas tenían,
y una pronta solución los villanos pedían.
El flautista y sus tonadas lo conseguirían,
mas por su codicia, a sus hijos perderían.

Para aquellos algo más creciditos, la diversión estaba en una escuela de karate ambulante, donde un maestro de rostro sereno, como el de aquél que conoce un secreto que el resto de mortales no, reclutaba para su academia "Quinteto Karate" nuevos aprendices:
Lo que yo enseño es un saber de oriente,
que de padres a hijos se traspasa,
que requiere conjugar cuerpo y mente.
Está indicado para cualquier gente,
y puede practicarse incluso en casa.

Estaba disfrutando del ambiente, de los colores de las barracas y de la inspiración de sus vendedores, pero se me hacía tarde y me arriesgaba a quedarme sin cena - así se las gastaban en casa-. Buscando mi postre, me detuve ante la última caseta: "Viajes el soneto", solo para soñar con visitar otras ferias a lo largo de un mundo que se abría ante mis ojos:

¡Acérquense, señores y señoras!
y disfruten hoy de este gran viaje,
cojan un folleto, pidan pasaje,
recorriendo el mundo pasarán horas.

Préstense a embarcar pronto sin demoras,
olvídense de cualquier equipaje
para esta fiesta no precisan traje.
¡Son experiencias enriquecedoras!

Desierto de Thar, la nieve de Islandia,
un viaje en globo por el Indostán,
del fuego en el Etna al hielo en Finlandia.

Desde Sri Lanka hasta Pakistán,
Del alto Egipto a la gran Groenlandia,
hoy al alcance de su mano están.


 
 

2 comentarios:

Chaquira dijo...

Me entusiasman la idea y la dificultad del ejercicio formal en lo poético.Desde luego yo no podría ni intentar casi el pareado.
Si tengo que elegir, más redondo el primero.
El gusto es mío,al leerte.
Besos

Anónimo dijo...

¿Por qué hay que elegir? Creo que se completan. Sí es verdad que el primero es quizás un poco más ágil e ingenioso pero yo veo adecuada la continuidad. Eres estupendo, ¡¡¡cuánto orgullo me invade y cuánta envidia sana!!!