jueves, 11 de enero de 2007

De política: encuentros y desencuentros















Resulta difícil últimamente abstraerse de toda la ¿realidad? política con la que continuamente nos bombardean los medios de comunicación. Parece prácticamente imposible encender la televisión o la radio, abrir un periódico o echar un vistazo en internet sin encontrarnos, al menos en este país que compartimos, noticias sobre continuos enfrentamientos entre los dirigentes políticos.

Bien es cierto que, ante una queja semejante, muchos de vosotros, a los que no os interese ni un ápice la política, contestaréis que lo mejor es no oir, ver o leer ninguna noticia al respecto. "Está todo manipulado" es una frase que oímos constantemente. Pero ojo: hace falta informarse de todo, y beber de todas las fuentes, para poder hacer este comentario. Y digo bien, que la procedencia de la información que manejáis venga de ambos extremos, porque así, si no acabáis locos, al menos podréis formaros una idea propia.


Pero la razón por la que hoy escribo nace de otra inquietud: la alarmante falta de consenso no sólo entre las fuerzas políticas, sino también entre los propios ciudadanos.

Vivimos un momento difícil, en el que un nuevo engaño de los terroristas ha puesto a los políticos en la difícil tesitura de tener que tomar decisiones importantes. Yo no puedo, o mejor, no quiero creer que la totalidad de nuestros dirigentes puedan pensar ahora en electoralismos o en estrategias que no sean la de combatir la lacra del terrorismo. Pero claro, en todo jardín hay malas hierbas, y hay varios personajes a los que les conviene más que siga habiendo problemas que no un diálogo, una intervención policial, una persecución judicial o una tregua que pudiera acabar con la violencia. (Porque con las ideas, desde luego, no podrán).

Y a pesar de que veamos a unos y otros tirándose los trastos a la cabeza, los que cada día tratamos de informarnos, y acudimos a ambos extremos en busca de opinión - nunca de criterio, los extremos no lo tienen -, sabemos la verdad: la causa de la división tan feroz, y de los radicalismos que surgen, son los medios de comunicación.

Los mismo medios que mañana y tarden martillean la cabeza de quienes les presten atención, en un estúpido intento de ganar adeptos que se enrolen a sus filas para declarar la guerra al contrario. Para ello, a diario se lanzan insultos, descalificaciones y acusaciones que rayan en el delito, amparándose en la libertad de expresión. Señores: tal libertad, como bien señala la jurisprudencia, y la Consitución nació para ello, tiene su límite en el respeto a los demás....y ustedes lo sobrepasan.

Arengan a las masas a echarse a la calle a protestar por todo, unos contra otros, condenando así a los partidos a ser la carnaza de las bestias. Cada día más gente se declara "anti partido de fulanito" que simpatizante de tal o cual partido. Nos enseñan a odiar, a creernos lo que cuentan, a imaginar conspiraciones y malas artes...pero no somos estúpidos, y sabemos que quienes caen en eso, son gentes cuyas ideas ya eran así, ya les fueron inculcadas desde la infancia, y la bilis que hoy derraman por litros, es la misma que siempre recorrió sus venas, ante la falta de sangre.

Pero yo, tranquilo: mis amigos y amigas tienen cada uno sus ideas. Los hay de izquierdas, de derechas, más y menos convencidos, y otros a los que la política les importa poco porque en la tele echan su serie favorita. Y aunque es cierto que pocas veces podemos hablar de política, porque cuando surge siempre es tras unas copas y luego todo se precipita, siempre que hemos querido hemos hablado con tranquilidad, disfrutando de nuestras contradicciones y de la diferencia de ideas dentro de un mismo grupo. Y luego, tan amigos. Como en el fútbol.